EL MIO MIO. LA PLANTA DE LA DISCORDIA.

Publicado en el Boletín de la Asociación Toxicológica Argentina.
(Adherida a la IUTOX). Año 21, Nº 78/79.  . 2008.  p 20 - 22

                Prof. Dr. Eduardo Scarlato, Dr. Jorge Zanardi.

 

Planta de Mío Mío. (Baccharis coridifolia)

 

“La dislocación es el objetivo de la estrategia; su consecuencia puede ser la disolución del enemigo o su división antes de la batalla”. Liddel Hart, B. H. Estrategia. 1914-1918.

Tal vez como pocas otras actividades humanas, las guerras suelen involucrar a numerosas personas, aun quienes no quieren saber nada con ellas, y también requieren para ser libradas de todo el conocimiento disponible para su época. La guerra no es solamente el resultado de la incapacidad política para resolver problemas sociales, sino que requiere de una eficaz combinación de inteligencia, astucia, estrategia y conocimiento: no gana una guerra el bando más armado o el más cruel sino el más eficaz. El uso de todo lo disponible para infringir un daño al enemigo y adecuarlo a los ritmos de la guerra se ha mostrado como la estrategia más efectiva porque permite obtener el máximo resultado con el mínimo costo. Descontado cierto cinismo en esta declaración, en situación de guerra todo se convierte, potencialmente, en armas. En los últimos tiempos, por ejemplo, esa categoría incluye automóviles, aviones, bacterias y cualquier elemento disponible. Los venenos, es evidente, tienen, y lo tuvieron desde siempre, un papel relevante como armamento. Las primeras disputas humanas emplearon los venenos disponibles en su época para diezmar al enemigo. Esa antigua, y tan humana costumbre, sigue teniendo hoy tanta vigencia como siempre.

Aunque las armas químicas son un capítulo amplio que requiere de una mayor extensión que este breve artículo, nos pareció interesante incluir venenos poco conocidos como pertrechos bélicos. En este caso plantas de pertenencia común a ciertos hábitats naturales. Del mismo modo que la medicina folclórica recurre a lo que es aprovechable en el entorno propio de cada emplazamiento humano y su correspondiente cultura, el conocimiento de la actividad biológica de ciertas plantas puede ser utilizado para la guerra.

Así, en la larga guerra civil entre unitarios y federales que enlutó a las remotas Provincias Unidas del Río de la Plata, (lo que hoy conocemos como República Argentina), en cierta batalla librada en un lugar de la provincia de Santa Fe conocida como Carrizales, el suministro de una planta propia de la zona a la caballería del general unitario Juan Galo de Lavalle permitió a las tropas del gobernador federal Estanislao López, inferiores en parque y número, asegurarse el triunfo en una batalla que de antemano parecía perdida. La suerte de aquella batalla, y tal vez de la guerra que le siguió, se decidió, como señalamos antes, no por el peso masivo de la estructura militar sino por una estrategia de dislocación del enemigo basada más en la astucia y el conocimiento que en el peso de la estructura militar.

 

La batalla del Carrizal. Un poco de historia (1)

                    

 

Juan Galo de Lavalle Estanislao López

Muchos historiadores coinciden en señalar que la suerte del Partido Unitario, el entronamiento de Rosas como supremo gobernador de las Provincias Unidas y la prolongación de dos décadas de enfrentamientos sangrientos —donde rivalizaron en crueldad ambos bandos— se inició con el desembarco de Lavalle en Buenos Aires, el derrocamiento del gobernador Manuel Dorrego y su posterior fusilamiento en la localidad de Navarro. No resulta claro por qué Lavalle decidió asesinar a su antiguo compañero de armas en el Ejército de los Andes, pero hay coincidencia en que fue la instigación de ciertos políticos la que lo impulsó a cometer un crimen del cual se arrepentiría para siempre. Ernesto Sábato, en Sobre héroes y tumbas, resume en un largo poema la historia de la legión de Lavalle retirándose hacia el norte perseguida por los lanceros federales.

La campaña de Lavalle para tratar de controlar a los caudillos federales del interior se continuó con una incursión sobre la vecina provincia de Santa Fe, gobernada por Estanislao López, un hombre de prestigio que había intervenido en la gesta independentista y de gran prestigio popular. Lavalle era uno de los mejores oficiales de caballería del ejército, y había combatido en la guerra con el Brasil, siendo reconocido como uno de los oficiales decisivos en el triunfo sobre el ejército brasilero en la Batalla de Ituzaingó, que decidió aquel conflicto. Una vez firmada la paz, Lavalle regresó con sus tropas a Buenos Aires. Las tropas de caballería con las que contaba eran aguerridos veteranos de aquella campaña militar. La caballería era decisiva en las guerras del siglo XIX: derrotarla era la clave para ganar una batalla. Estanislao López contaba con baqueanos, conocedores no sólo de la geografía del territorio santafesino sino de su flora y su fauna. Gracias a ellos, López supo de una planta local, el Mío Mío, popularmente conocida como romerillo, de acción tóxica sistémica sobre el ganado.

López esperó a las tropas unitarias cerca de la localidad de Carrizales, en un sitio en donde el Mío Mío era abundante. Le colocó a su caballería morrales para impedir que consumieran la planta, y esperó la llegada de la tropa de Lavalle. Antes del combate, los fatigados caballos de los enemigos pastaron a gusto en la zona. Al amanecer, los jinetes unitarios se encontraron con los cadáveres de sus caballos. El regimiento unitario, superior en número y armamento que los federales, fue rápidamente diezmado.

 

El Mío Mío. Un poco de química

El Mío Mío, Baccharis coridifolia, es un arbusto muy extendido en Sudamérica templada, y considerada como planta endémica en el sur de Brasil, Paraguay, Uruguay y noreste de la Argentina. Por lo general el ganado rechaza el consumo de esta planta, pero se dan circunstancias de ingesta accidental que se traduce en alta mortandad por lesión hepática masiva y hemorragias.

 

La planta en sí misma no es venenosa sino que su acción deviene de la simbiosis con un hongo, el cual es el auténtico responsable de la producción de sustancias nocivas. (2) La intoxicación es, entonces, una micotoxicosis. Todas las partes de la planta son peligrosas, aunque las flores y las semillas poseen la mayor toxicidad; las flores femeninas son más tóxicas que las masculinas. El hongo, del género Myrothecium, produce los tricoticenos roridina A y roridina E, sustancias que luego son absorbidas y transformadas por esta planta. La toxicidad del Mío Mío depende, entonces, de la presencia del hongo. El Mío Mío produce baccarina a partir de las roridinas. (3)

 

Los tricoticenos son un tipo de mico toxinas de elevada toxicidad. Químicamente, se caracterizan por tener un anillo tetracíclico: 12, 13 epoxi-tricotic-9-eno. Los tricoticenos más conocidos son la T-2 toxina y la HT-2 toxina, el diascetoxiscirpenol y el deoxinovalenol.

 

Las roridinas pertenecen junto con las verrucarinas, satratoxinas y baccarinas a los tricoticenos macrocíclicos. El principal mecanismo de acción de estas toxinas es la inhibición de síntesis de proteínas, de sistemas enzimáticos y acciones deletéreas sobre el sistema inmunológico. Una vez ingeridas, alcanzan su pico máximo en una hora y se distribuyen principalmente a hígado, riñón, músculo y grasa. (4)

 

Resumen 

La utilidad de las cosas depende, por supuesto, de las cosas en sí mismas, pero también del uso que se les quiera asignar. Las armas químicas llegan a serlo no solamente por su estructura química sino por la intención con que son empleadas. El Mío Mío, una plaga endémica cuya actividad es bien conocida por los baqueanos de la zona (quienes evitan que el ganado consuma esta planta), llegó a ser un arma de guerra cuando esos mismos baqueanos se pusieron al servicio de una empresa militar.

 

Bibliografía

 (1) Sáenz Quesada, María. La Argentina. Historia del país y de su gente. (2005). Ed. De bolsillo. ISBn: 987-566-204-6.

(2) Javis B. B., Midiwo J. O. et al. Interaction bestween the antibiotica trichoticenes and the higher plant Baccharis megapotamica, Science 1981 : 214 ; 460-62.

(3) Lozano, M. C.; Gonzalo J. D. y otros. Tricoticenos macrocíclicos: toxinas hasta ahora no reconocidas en Colombia. (2005). Revista colombiana de ciencias pecuarias. Universidad de Antioquia.

 (4) World Health Organization. Selected Mycotoxins: ochratoxins, trichoticenes, ergot. Eviromental Health Criteria 105. Geneve. WHO 1990.

 

 

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